
Lo que nos trajo el viento y no vimos
Hace unas semanas me pasó algo extraño con unos amigos, y aunque no fue algo “paranormal” en el sentido clásico de la palabra, la sensación que dejó fue tan fuerte que todavía nos cuesta explicarlo. No quiero sonar exagerado, solo quiero compartirlo por si a alguien le ha pasado algo similar. Un amigo —lo llamaré Israel— nos invitó a pasar una tarde/noche en una casa que era de su familia. Sus papás se la prestaron por un día porque no vive nadie ahí desde hace años. Era de sus bisabuelos, creo, y desde hace tiempo solo van personas de mantenimiento cada tanto para que no se deteriore del todo. Habíamos escuchado que se decía que ahí se escuchaban cosas, ruidos en la noche, y que a algún familiar lejano le daba miedo entrar, cosas bastantes clichés, pero poco más. Israel nos comentaba que a él nunca le había sucedido nada extraño, que solamente era gente con las mismas historias de siempre. Fuimos cuatro: Israel, yo, y obviamente, dos más del grupo. Queríamos pasar la tarde ahí, llevar comida, poner música, hablar y desconectarnos un rato de tanto trabajo. Todo iba bien, charlamos, reímos y compartimos cosas de la vida, lo normal en una reunión de amigos que no se ven desde hace tiempo. Como mencioné, todo marchaba bien, hasta que al atardecer, cuando empezó a levantarse un viento fuerte —de esos secos, que hacen que las ventanas viejas crujan—, empezó a cambiar el ambiente. No pasó nada visible. Nada se cayó. Nadie escuchó voces. Pero algo se sintió distinto. Como si el aire se volviera denso, como si algo te presionara el pecho sin tocarte y te masajeara la piel hasta sentir escalofríos. Lo curioso es que no lo comentamos en el momento. Empezamos a movernos menos. Bajamos el volumen. Dejamos de bromear tanto. Y esa sensación —porque fue eso, una sensación— no se fue al irnos. Esa noche dormí mal. Y al día siguiente, y el que siguió. Y mis amigos igual. Lo hablamos por chat y todos coincidíamos en lo mismo: una especie de ansiedad rara, sin razón. Una incomodidad que aparecía en momentos al azar: haciendo fila en el cine, subiendo escaleras, viendo la tele. Como si algo se nos hubiera quedado pegado. Nada agresivo, pero agotador. Como si algo nos estuviera absorbiendo sin querer. Duró como cinco días. Y después se fue. Así, sin más. No sé qué fue. No sé si fue sugestión colectiva, o si de verdad había algo en esa casa que se activó con el viento o con la energía de alguien del grupo. No hubo apariciones, ni ruidos, ni nada que contar con evidencia. Pero esa energía... esa carga emocional... fue real. Nos drenó. Al final lo tomamos como una anécdota más, algo extraño que no supimos explicar. Pero lo que más me intriga es esa forma en que lo sentimos todos al mismo tiempo, sin hablarlo. Como si esa casa se hubiera metido en nosotros por unas horas y se hubiera llevado algo a cambio. ¿A alguien más le pasó algo así? No ver algo, no escuchar, sino sentirlo todo sin saber por qué. Me interesa leer si a alguien le ha quedado esa misma sensación de vacío.